martes, 12 de junio de 2012

Sligo - Galway. 14 Julio 2012

El día de ayer fue bastante largo y estaba un poco cansado, así que me ha costado un poco levantarme.

Lo primero que he hecho hoy, ha sido ir a visitar el pueblo de Sligo, que ayer apenas pude ver, y aprovechar para desayunar algo en una de las pocas cafeterías que he encontrado abiertas a primera hora. Un contundente desayuno a base de café, salchichas, huevo y tostadas han hecho que recupere la alegría. 

Abadía Kylemore
Sligo con sus calles peatonales y con llamativos escaparates, sumado a sus bonitos puentes de piedra a lo largo del río Garavogue, lucha por conseguir el estatus administrativo de ciudad, aunque oficialmente sigue siendo un pueblo. Eso no se nota en el día a día de Sligo que consigue triplicar su población todos los días con trabajadores y comerciantes. Sligo bien merece una visita, pero tampoco se debe perder excesivo tiempo en ella.

Al terminar la visita a Sligo, me dirijo  a ver el cementerio megalítico de Carrowmore. Aquí es donde surge la anécdota de este viaje. La llegada al pueblo de Carrowmore por la R320 ha sido sencilla, pero encontrar el cementerio…..después de estar más de media hora dando vueltas por los alrededores del pueblo, por carreteras que ni siquiera sale en el mapa, decido que ya es hora de preguntar a alguien donde está el dichoso cementerio, porque no hay forma de dar con el. ¿Pero a quien pregunto? Si por aquí no hay nadie. Finalmente doy con un señor mayor que está paseando a su perro y le pregunto por el cementerio de Carrowmore. Ya verás tú, con mi inglés y pregunto a la persona más mayor del condado!!! Bueno a ver que sale de todo esto.
En contra de lo que creía, le he entendido bastante bien. Lo suficiente para entenderle que el cementerio está a la salida de Sligo y que yo estoy en los alrededores del pueblo de Carrowmore!!! Que tienen el mismo nombre pero no son la misma cosa. Dios que patán. Pues nada que me quedo sin ver el cementerio megalítico, porque ahora ya no doy la vuelta.

Después de perder un valioso tiempo y no ver el cementerio, al menos me ha servido para practicar mi pobre inglés, me dirijo a través de carreteras secundarias a la Abadía de Kylemore, un castillo neogótico del s. XIX de cuento de hadas, en la orilla del bonito lago Connemara. Esta zona del país es increíblemente tranquila, hasta llegar a la abadía donde sí hay gente, no hemos visto a nadie por la carretera.


En la actualidad la Abadía es un convento de monjas benedictinas que se puede visitar. La visita es un poco cara, y lo mejor de ella, salvo que te guste ver jardines, es el exterior de la abadía, así que no merece en exceso pagar los 12 euros de la entrada. Pero la abadía es tan bonita, que he pasado un buen rato en su exterior sacando humo a mi cámara de fotos. Que preciosidad de sitio. Lástima que mis fotografías desvirtúen la realidad.

Sky Road
A continuación, tomando dirección oeste me dirijo hacía Galway por la Sky Road, una carretera que traza un espectacular bucle por la orilla del mar, donde se puede disfrutar de un paisaje costero de gran belleza, es un pequeño tramo de 12 Km. pero que merece la pena hacer.

Por el camino, decido parar en Kinvara a cenar algo, se me ha hecho tarde y de lo contrario tendré problemas para buscar un lugar para cenar. Elijo un pequeño Pub que tiene bastante buena pinta, es un pequeño comedor bastante acogedor. Como no podía ser de otra forma, pido un hermoso lomo de salmón con una Guinness. Estaba delicioso.

Ya con el estómago lleno, pongo rumbo a Galway, sin hacer más paradas por el camino. Se me ha hecho un poco tarde y tengo que buscar el hostal.
Pub Galway
Hoy es sábado, y tengo entendido que Galway es una ciudad muy animada, así que tras dejar las maletas en el hostal, me voy al centro a comprobarlo por mi mismo, no me puedo fiar de las habladurías. Y efectivamente Galway es una ciudad muy animada, pequeña pero con un par de calles llenas de típicos pubs,  abarrotadas de gente. Así que ya que estoy aquí, con mucho penar por mi parte entro en uno de ellos, a tomarme una pinta y confraternizar con los lugareños.

Varias pintas después y tras escuchar un concierto de alguna banda local, pongo fin a esta noche. Mañana me esperan los famosos acantilados de Moher.